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- ¡Si le llevo a la pelu, que le peine el peluquero, que para eso le llevo!
¡Si le llevo a la pelu, que le peine el peluquero, que para eso le llevo!

Es una frase que todos hemos pensado en algún momento, ¿verdad? Esas cinco palabras resumen a la perfección una de las situaciones más comunes cuando llevas a tu perro a la peluquería canina. Porque, seamos sinceros, la idea de que tu perro salga de allí hecho un desastre no es algo que se nos pase por la cabeza. Llevamos a nuestros perros a la pelu para que los dejen radiantes y, lo más importante, ¡para que se encarguen de los nudos, los cortes complicados y el pelo por todas partes!
Pero, ¿qué pasa cuando recoges a tu perro y, en vez de un peinado de alfombra roja, te encuentras con un pelo apelmazado, lleno de nudos y sin un solo rastro de cepillado? Es frustrante, lo sabemos.
El trabajo del peluquero canino: Más que solo cortar pelo
Mucha gente cree que el trabajo de un peluquero canino es solo cortar el pelo, pero la realidad es mucho más compleja. Un buen peluquero no solo sabe de cortes y estilos, sino que también es un experto en el cuidado del manto, la higiene y la salud de la piel de tu perro. Su trabajo incluye:
- Evaluar el estado del pelo y la piel: Detectar problemas como nudos, parásitos o irritaciones.
- Baño y acondicionamiento: Utilizar los productos adecuados para el tipo de pelo de tu perro.
- Desenredado: Eliminar con cuidado los nudos, un proceso que requiere paciencia y técnica para no dañar la piel.
- Secado y cepillado: Asegurar que el pelo quede liso, suave y sin apelmazamientos.
- Corte y arreglo: Recortar las uñas y limpiar los oídos, además de darle el corte que deseas.
Cuando el peluquero termina, tu perro no solo debe verse bien, sino que su manto debe estar sano y fácil de manejar. La frase «que le peine el peluquero» no es una queja, es una expectativa basada en la confianza.